sábado, 16 de noviembre de 2013

El no exilio de los nostálgicos



…antes que rompa por mi duelo la tierra entera…



Las patrias. Para tener una hay que abandonarla. Para una segunda hay volver a abandonar y así sucesivamente. Aunque entiendo que a partir de cierto punto el bucle se cierra y de ciudadano del mundo uno se vuelve ciudadano. A secas. Habitante de cierta ciudad más. Técnicos de superficies testadas y estandarizadas.

Se reafirma que el poder de la nost-algia es principal para la creación. El desarraigo hace visible todo aquello con lo que la cultura envuelve a las personas sin ser visto, como el agua para los peces. Un inexplicable motor hueco que además casi nunca apunta a su foco, a aquello que se extraña, pues en realidad ahora ya sabemos “…para que sirven las Itacas” y lo bien que hacen estando lejos.

America-America. E. Kazan
Homero se dio cuenta pronto aprovechando este flujo. Casi 3000 años después Kazantzakis –quien decía “patria es aquel lugar donde odiaste por primera vez”- continúo la epopeya con su propia Odisea, una epopeya de treinta y tres mil trescientos treinta y tres versos. Aun sin leerla entera, me fije en algo interesante: si bien Homero en la Odisea original alimenta al oyente a través de resortes emocionales básicos: aventura & regreso al hogar, Kazantzakis proclama que el sedentarismo es la muerte de Odiseo pues éste se da cuenta muy pronto que no puede quedarse en Ítaca y vuelve a partir, esta vez hacia destinos aun más comprometidos moralmente, e incluso más lejanos. Viaja nuevamente, y esta vez cargado de atributos muy permeables a su personaje como el socialismo o el nihilismo. El final parece que le lleva bastante lejos.
Hay que sufrir de alguna manera la tierra que se pisa, patearla o regarla. Y no sé qué pasaría si no paramos de cambiar de nido. Llegará el momento en que se dirá que “hubo” un tiempo en que la gente echaba de menos un lugar…


Que las patrias se queden  lejos está, por tanto, bien, pero que existan. Que sigua habiendo gente que sienta aquello que se pierde al traducir un verso, pues solo eso es la poesía según K. Dimoulá. Los utopistas, no se inventan lo que no hay, si no que enfrentan lo que hay con lo que debería haber (Savater, 1997) Todo esto me vino al volver a echar un vistazo a una antigua canción armenia, ahora bien conocida, con la cual no fui consciente hasta que punto era buena su letra, al menos en su adaptación al griego por Ara Dinkjian & L. Nikolakopoulou. De la interpretación de E. Arvanitaki no digo nada








Παράπονο  &  Ξενιτιά                            El pesar  &  El desarraigo

Βαριά βραχιόλια οι λύπες                      Pesadas pulseras las penas
Πώς μ' αγαπάς δεν είπες                       que me quieres no me dijiste   
Το 'χω παράπονο, μάνα μου                   lo tengo como un pesar, madre mía
Κι ας πέθαινε το σώμα μου                    aunque mi cuerpo muera

Σου στέλνω μ' ένα γράμμα                      Te mando con una carta
Του φεγγαριού τη λάμα                          la hoz de la luna
Πάρ' τη και χτύπα με, μάνα μου              toma y con ella pégame, madre mía, mí locura 
Κι αν κλαίει η ψυχή σου γέλα μου           y si tu alma llora, tu ríe 



                        
Ψηλά βουνά κι εσείς των άστρων θωριές         Altas montañas y vosotros brillos de los astros
Ποτάμια αχνά, ελάτια, δάφνες, μυρτιές           niebla de los ríos, abetos, laureles, mirtos

Την καρδιά μου, αχ φωτιά μου, όποιος δει      A mi corazón -ah fuego mío- quien vea, 
Να του πει να 'ρθει κοντά μου, μην αργεί        le diga que vuelva a mí, que no tarde
Ξενιτιά μου, ερωτά μου, φως κι αυγή             -tierra mía, amor mío, luz y amanecer-
Πριν ραγίσει απ' τον σεβντά μου όλη η γη       antes que rompa por mi duelo la tierra entera

Αηδόνι εσύ, πλανεύτρα στάχτη που καις         Tu ruiseñor, ceniza que seduces y que quemas
Με ποιο κρασί, μεθάει τα μάτια του πες         dime ¿con que vino, embriaga sus ojos?

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